Existe la falsa creencia de que las segundas partes nunca son buenas o que, cuanto menos, son peores que las primeras. Es sin embargo mi intención hoy demostrar no sólo que esa idea preconcebida es falsa sino que, en mi caso, es total y absolutamente contraria a la realidad. Arranco por segunda vez no sólo en el blog, sino en muchas otras cosas, facetas que habían quedado a un lado en el discurrir de mi vida, que se iban marchitando suplicantes de unas gotas de atención, y a las que desde hoy no puedo prometerles dedicación absoluta pero al menos sí unos leves brochazos desde lo más profundo de mí misma. Muchas cosas han cambiado y muchas más están por cambiar, pero aún hay algunas que no quiero ni pienso dejar que cambien.
19.8.10
14.4.10
Como si no pasase el tiempo. Como si aún fuese ayer, el año pasado, hace un siglo, cuando nos reímos por última vez de alguna frase sin sentido. No es fácil olvidar (ni querré nunca hacer tal cosa) los cientos de tiritas con apariencia de sincera preocupación que han curado las magulladuras de mi alma en el camino hacia quién soy hoy. Quizá solo sea yo quien lo ve, pero allá en el fondo, donde a menudo nos encontrábamos a medianoche, tras unas cervezas y al amparo de la confianza ampliamente demostrada, nada ha cambiado. Continúo contando contigo, creyendo ciegamente en que estarás ahí si lanzo un S.O.S. al viento, aunque a veces me encuentro a mi misma reprochándote que no has escuchado mis llamadas. Para mí, pese a todo, sobre todo, vas a estar conmigo.
23.3.10
Pío, el pollito pastor. Página 3
21.1.10
Pío, el pollito pastor. Página 2
- Las ovejas son demasiado grandes, te pisarán.- le decía su madre cuando le sorprendía junto al cercado.
- Los perros deben ser pastores. Y tú no eres un perro, eres un pollito. Tu deber es comer maíz con los demás pollitos.- repetían sus hermanos.
Pero nada podía convencer a Pío.
- ¿Porqué no puede un pollito ser pastor? ¿Quién a decidido que sólo los perros pueden?- preguntaba Pío, pero los demás animales no le respondían. Todos se reían diciendo que las ovejas nunca harían caso a un pequeño pollo amarillo.