Por fin sé quien soy. He recuperado esa parte de mí que dejé atrás en el tedio de los días, esa que aparté de mi camino porque se entrometía demasiado en mi vida, porque me decía que em estaba equivocando, porque me hacía sentir culpable por amar demasiado a quien no se lo merecía. También he logrado encontrar a aquella yo que siempre permanecía escondida por miedo al fracaso, a la vergüenza, al desprecio, y que poco a poco fue desapareciendo en mi interior sin atreverse a decir nada; y a esa otra que vivía constantemente en primavera, para la que las cosas nunca eran rosas si existía la manera de verlas rosas.
Después de mucho -quizá demasiado- tiempo sin saber quien soy, al fin la suave luz del amanecer me devuelve todas mis yo perdidas.
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