23.3.10

Me miro al espejo... y me reconozco.

Por fin sé quien soy. He recuperado esa parte de mí que dejé atrás en el tedio de los días, esa que aparté de mi camino porque se entrometía demasiado en mi vida, porque me decía que em estaba equivocando, porque me hacía sentir culpable por amar demasiado a quien no se lo merecía. También he logrado encontrar a aquella yo que siempre permanecía escondida por miedo al fracaso, a la vergüenza, al desprecio, y que poco a poco fue desapareciendo en mi interior sin atreverse a decir nada; y a esa otra que vivía constantemente en primavera, para la que las cosas nunca eran rosas si existía la manera de verlas rosas.

Después de mucho -quizá demasiado- tiempo sin saber quien soy, al fin la suave luz del amanecer me devuelve todas mis yo perdidas.

Pío, el pollito pastor. Página 3

Un mañana de verano Pío se levantó muy temprano, antes de que cantase el gallo, y fue caminando despacito hasta el cercado en donde dormían las ovejas. Pero al pasar por el lago, vio que Lobo, el perro, miraba triste al agua.
-¿Porqué estás triste?- le preguntó
Lobo miró al pequeño pollito y sonrió.
- Tú no lo notas porque eres muy pequeño, pero yo soy grande y tengo el pelaje muy largo. Y cuando llega el verano paso mucho calor. Me gustaría poder bañarme en el lago.
-¿Y porqué no lo haces?- volvió a preguntar Pío.
-Los patos se bañan en el lago. Yo soy perro y mi deber es guiar a las ovejas, ¿Quién las cuidaría si yo me pusiese a nadar todo el día?
-Yo lo haré- dijo Pío. Y el perro Lobo se puso a reír.
-Pero si tú eres un pollito. Eres demasiado pequeño, las ovejas no te tienen miedo. No te harán caso. Te pisarán al pasar.
-No lo harán si tu me enseñas. - insistió Pío. - Así tú podrás refrescarte en el lago.
El gran perro Lobo miró al pequeño pollo, amarillo como el sol que empezaba a calentarle la espalda. De repente te acercó con su enorme boca al pollito que le miraba asustado, pero no le mordió. Le sujetó despacio por las plumas y se lo subió a la espalda. Así, por primera vez, Pío vio la preciosa granja desde los ojos del gran perro pastor.
-Ven conmigo, te enseñaré a guiar a las ovejas.