13.11.09

Hollywood

Las películas nunca nos han enseñado el amor de verdad. El que sobrevive no a grandes aventuras sino a la rutina del día a día. El que no se demuestra con canciones sino con simples miradas. Ese que te no necesita que seas princesa para verte guapa por las mañanas. Y, por supuesto, el que no tiene finales felices, sencillamente no tiene final.

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